sábado, 3 de noviembre de 2012

Dibujarnos a nosotros mismos


Hace muchos años, creo que siete u ocho, leí un artículo en una revista que se me quedó muy marcado. Era sobre cómo éramos en ese momento y cómo queríamos llegar a ser. Entre otras cosas proponían hacer un dibujo de cómo querías ser (o verte) dentro de unos años.

El dibujo creo que sigue por casa de mis padres, pero recuerdo muy bien qué hice.

Me dibujé a mi misma, con ropa hippie (camisa larga y vaporosa de color azul y pantalones anchos, con muchos collares). Estaba apoyada junto a una mochila: estaba en mi época de "quiero viajar, quiero ver mundo, quiero verlo todo", imaginándome al dibujarlo que estaba en algún lugar de la India; uno de mis sueños en ésa época era ser viajera, coger ese billete de avión que te permite viajar hacia todos los países que quieras, siempre que sea hacia la izquierda o la derecha, sin poder volver atrás. Llevaba mi perro conmigo. El que dibujé era Llamp, pero podría ser Nahia. Llevaba una flauta y una guitarra. Trace unos rasgos de un hombre a mi lado, sin rostro, que para mí significaba que no estaba sola, podía ser mi actual pareja (la misma que entonces), o no. Recuerdo la cámara de fotos (estaba empezando a trastear con la fotografía) y en la mochila o algún lugar, había un referente a la escritura. 

Hace ocho años recuperé el contacto con el que es ahora un gran amigo. Me presentó a su novia de entonces y fuimos muy buenas amigas. Ahora estamos desconectadas; a veces la gente se aparta y se reúne más adelante. Admiraba a esa chica y me encantaba porque era muchas de las cosas que yo quería ser.

Una de ellas, la que más me fascinaba era la extraña habilidad de hablar con gente extraña que le parecía interesante, como si fueran viejos amigos que se reencuentran. Si encontraba un artesano por la calle y le gustaban sus collares, le preguntaría de dónde era, cómo hacía los collares, hacia dónde iba... Todo con sonrisas y sin cortes.

Hace ocho años yo era muy pero que muy tímida. Creo que lo sigo siendo en el fondo, pero he descubierto el placer de conocer gente afín. Ya no me da miedo mostrarme tal y como soy, con mis defectos y mis virtudes. Pocos son los que me llegan a conocer profundamente, de verdad. Porque cuando se me conoce de corazón, no son necesarias las palabras. Las miradas y silencios bastan. Pero lo que encuentras allí, posiblemente sea lo mismo que viste al principio. 

Me voy por las ramas.

Estoy contenta porque, poco a poco, he logrado ser hacia lo que quería. Por supuesto, muchas cosas han cambiado: ya no es Llamp, es Nahia. Ahora no toco la guitarra y no he apostado tan fuerte por la fotografía. Me encanta viajar y, aunque ahora estoy en una temporada de quedarme por casa, puedo decir que he hecho varias escapadas maravillosas. Más adelante, haré más. Si hace unos años me hubiera conocido a mí misma, el cómo sería, creo que me hubiera puesto en un pedestal y hubiera dicho: cómo molas. Hago lo que me gusta; sí, trabajo más horas que una burra y necesito tomarme una pausa y respirar, pero me gusta lo que hago, me gusta dónde estoy y cómo estoy. Cambiaría pequeñas cosas, pero no lo fundamental. Soy feliz. Vivo en una casa vieja y minúscula pintada de verde, con muebles reutilizados y llena de libros, postales de lugares, ilustraciones y cachivaches varios. Si me dieran a elegir, sólo cambiaría la ubicación de la casa: en un bosque y que tuviera terreno o jardín para cultivar, pero que mis amigos y familiares estuvieran mínimo a la misma distancia que están ahora (si hubiera menos distancia en algunos casos, mejor).

Estos instantes de paz, de felicidad, de disfrutar el momento hagas lo que hagas, son lo mejor. Hay momentos que abro los ojos y siento que "aquí, ahora" es lo que quería ser algún día. Quería ser lo que soy.

Pronto querré dibujarme de nuevo. Esta vez añadiré muchas plantitas en mi casa, remedios naturales y ecología. Viajes, sí, pero eso será un además. Me di cuenta que mi etapa de "viajera", además de querer ver el mundo, era escapar de una vida que no me gustaba, de la monotonía, de la jaula que sentía que me habían impuesto, de la vida que todo el mundo quería pero yo no. He aprendido cosas. He aprendido que la vida te la montas tú mismo y puedes hacer con ella lo que quieras, "ensalada de pollo o mierda de pollo". El pollo está ahí, tú verás como lo aliñas. 

Es una lección sencilla pero muy difícil de aprender. Tanto, que a veces me hago un lío y un día, en vez de comer ensalada de pollo, me enredo con los ingredientes y me como mierda de pollo. Suerte que es solo un día. La vida no es facil. Y si esperas que alguien o algo llegue y te lo solucione, morirás esperando y nada cambiará. 

No me considero una de esas personas que van supercontentísimas siempre, donde todo es maravilloso y el amor todo lo cura. Sí, todo es maravilloso, pero hay que saberlo ver. El sol sale cada mañana y ¿cuántas veces vemos amanecer, disfrutándolo? ¿Cuántas veces respiramos la atmósfera limpia cuando acaba de llover? Si estás mal, todo esto se vuelve invisible. El entorno perdura, nosotros no. Todo eso seguirá estando, lo experimentemos o no. Todo seguirá estando cuando nosotros ya hayamos sido olvidados.

En mi próximo dibujo habré hecho pequeños arreglos a la ropa que llevo, para hacerla más mía, más yo. Estaré más rodeada de naturaleza. Tendré pasteles hechos y una casa de campo con aroma a pastel de calabaza. Habrá té preparado porque tendré visita de algunos grandes amigos. Iré a por los huevos de mis gallinas y a corretear con mi perro por el bosque. ¿Niños? No me lo planteo, por ahora. Disfruto de mi momento.Sé que para este dibujo no se necesitarán 5 o 10 años. Puede que necesite 20. Pero lo importante no es cuándo, sino el quién y el cómo. Quién eres, con Quién estás, Cómo eres, Cómo estas.

El año pasado conocí una señora, la madre de una chica con la que hablo a veces. Estaba contentísima: por fin, después de mucho tiempo, tenía su propia casa en un pueblo, reformada. Su casa antigua. Su casa ideal. Y creo que tiene cincuenta y muchos o sesenta años. Pero lo tiene. Poco a poco, se forma el sendero y te acaba llevando... a veces no es a donde querías, sino donde te conviene.

Últimamente no paro de conocer a gente interesante y hace que me sienta muy, muy afortunada. Mi novio me ha dicho más de una vez que "con qué facilidad se te hace feliz/reír/contenta". Es por los detalles. Me hace feliz ver a alguien que quiero, pasar un rato agradable, leer calentita tomando un té, quedarme en la cama en silencio sabiendo que no hay nada urgente (eso hace tiempo que no lo puedo hacer hago), una pequeña sorpresa, un gesto...

Canción descubierta la semana pasada gracias a alguien nuevo en mi vida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encanta leerte Innana Pilgrim, verte pensar, verte sentir, verte vivir.
Epero verte pronto. Te echo de menos.
Un beso.